jueves, 9 de junio de 2016

El negocio de NO entregar medicamentos.

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Posiblemente ningún Colombiano se ha librado de alguno de estos dos términos cuando desea reclamar los medicamentos a que tiene derecho en el sistema de salud: "PENDIENTE", "NO POS" y conoce el calvario que inicia con esas dos frases.

En medio de la crisis de la Salud se intenta minimizar el problema del suministro de productos farmacéuticos, ya que al parecer de puertas para afuera de las clínicas la situación es de "sálvese quien pueda" y no se le hace el seguimiento a este que puede llegar a ser otro carrusel de la salud.

En nuestro país hay dos maneras de ver el negocio de los medicamentos, los que ganan por entregar medicamentos, o sea que cobran por los productos entregados, y aquellos que ganan por entregar así no entreguen, que parece un juego de palabras pero es una realidad.

En los primeros están las Farmacias y Droguerías que facturan por un servicio prestado y un paciente satisfecho, la segunda factura por prestar un servicio así no lo haga y no entregue el medicamento. Son cientos los casos, hablaremos solo de algunos.

Mientras en Colombia hay más de 20.000 sitios donde se pudiese reclamar los productos farmacéuticos con excelente atención y vocación de servicio, siempre uno cerca a la casa o trabajo del paciente, donde la prioridad es entregar para poder facturar, el sistema sanitario termina entregando contratos a empresas que se les paga por capitación, o sea se les paga por atender una población así no la atiendan, situación que se ve reflejada en:

1. Contratos multimillonarios donde la prioridad es el contrato y no el servicio, ya que al pagar por cantidad de usuarios y no por producto entregado, dificultar el acceso se convierte en la prioridad.

2. Infraestructura y dotación deficiente de los establecimientos, mientras a una Droguería se le exigen muchos requisitos, en los dispensarios de estos contratos se nota la improvisación con mobiliario tipo bodega que está obsoleto para un establecimiento farmacéutico y sin contar con el espacio adecuado para el volumen de movimiento de personas y productos.

3. Personal no comprometido, a pesar de que todos tienen títulos académicos para el área, la idoneidad del servicio no es la apropiada, abundan los Químicos Farmacéuticos nominales, los Regentes de Farmacia administrativos y los Auxiliares de Farmacia que solo alcanzan frascos, por ningún lado se cumple con la premisa de Dispensación como Asistencia.

4. Informes amañados que miden la entrega y no el servicio. ¿cuantos casos reales de seguimiento a pacientes ambulatorios? ¿Que datos sobre la autoprescripción? ¿Cuantos casos de farmacovigilancia?

Al parecer las autoridades desconocen la función de la Farmacia, se limitan a dar vistos buenos a aspectos técnicos y administrativos solamente, no hay seguimiento a las quejas, no hay seguimiento al servicio y el paciente queda abandonado a su suerte en esta política de "sálvese quien pueda".

De esta situación no se salva ni los llamados "regímenes especiales", ver como sufren los docentes, los militares y los ancianos pensionados de las cajas de previsión es la mejor radiografía de una realidad que todos vemos pero que a nadie le preocupa.

Este karma por la que pasamos todos los Colombianos tiene una solución: cambiar el modelo de suministro, pagar por servicio y producto entregado, un mercado que maneja muy bien las droguerías y que sería un paso importante para iniciar la profesionalización del sector de la farmacia comunitaria.

Mientras esta situación ocurre en las puertas de los dispensarios, donde pocos usuarios pasan horas esperando una mala atención ya que la gran mayoría preferimos adquirir los productos y no luchar contra el sistema, la mayoría de estas empresas que manifiestan que esto no es negocio siguen creciendo en contratos multimillonarios.

El negocio de la no entrega de los medicamentos tiene un costo para la Salud de los Colombianos que al parecer nadie quiere enfrentar.